domingo, 8 de febrero de 2009

Enigmas de la historia

El teniente coronel alemán Claus Schenk von Stauffenberg estaba convencido de que si no mataba a Adolfo Hitler ese 20 de julio de 1944, Alemania, cercada ya por los ejércitos aliados y soviéticos, acabaría en la ruina. Por eso, decidió colocar una bomba en la sala de reuniones del dictador alemán.

La conferencia sobre el desastroso estado de la guerra estaba programada para las 13 horas de ese día de verano, pero la visita de Benito Mussolini a Hitler obligó a adelantar media hora la reunión.

Cuenta Roger Moorhouse en su obra Matar a Hitler que con el apuro por llegar a tiempo a la cita, Stauffenberg no tuvo tiempo para insertar un detonador en la siguiente pieza del explosivo. Y peor, ni siquiera pudo introducir el explosivo sin detonador en la cartera. Su bomba, por lo tanto, fue solo la mitad de potente de lo que debió ser.

Sin saber que llevaba la bomba en su maletín, el oficial, John von Freyend, ayudó a Stauffenberg quien era lisiado, a colocar su cartera frente al asiento de Hitler, bajo la mesa cubierta de mapas.

Luego, el propio Stauffenberg la empujó con el pie hasta colocarla a un metro y medio de Hitler.

Cuenta en sus memorias, el ministro de Armamento y Munición de Hitler, Albert Speer, que el coronel Heinz Brandt, quien estaba de acuerdo en matar a Hitler pero ignoraba la conspiración de ese día, tropezó con la cartera cuando se inclinó sobre la mesa para consultar un mapa, la recogió y la depositó al lado opuesto de la pesada mesa.

Su acción - dice Speer- protegió eficazmente a la mayoría de las 24 personas presentes y salvó a Hitler de morir.

Con el fracaso de la operación, la guerra se prolongó hasta mayo de 1945. Un documental de televisión calculó que más de 10 millones de soldados y civiles murieron en Europa entre julio del 44 y la rendición final de Alemania en la primavera del 45.

Vidas que, sin duda, se habrían salvado si Stauffenberg hubiera tenido éxito…

Al presidente Luis Miguel Sánchez Cerró lo mató Abelardo Mendoza Leyva un 30 de abril de 1933 muy cerca del Campo de Marte. El mandatario peruano viajaba en un Cadillac descubierto. Compartía el asiento posterior el primer ministro, José Matías Manzanilla.

La autopsia a Sánchez Cerro arrojó que hubo dos clases de disparos: de menor calibre, arriba abajo y de mayor calibre y de necesidad mortal, un disparo de abajo hacia arriba y de adelante hacia atrás. Ese tiro se hizo de muy corta distancia y causó una hemorragia incontenible en el jefe de Estado.

Se sabe que los disparos de arriba abajo los hizo Mendoza Leiva. Pasmados, cientos lo vieron treparse en el estribo del auto presidencial y disparar contra el presidente por encima de Manzanilla.

Cuenta Armando Villanueva en La gran persecución que efectivamente los disparos de Mendoza Leiva fueron de arriba abajo.

"Disparó y le perforó un pulmón. El tiro de abajo arriba es un misterio, porque Mendoza cayó, y luego fue baleado y convertido en pulpa por las lanzas de la escolta presidencial", narra el histórico líder aprista…

En mayo de 1944, el diario inglés Daily Telegraph publicó un crucigrama con la palabra Utah; hecho que pasó inadvertido. Otro, el 22 de mayo tenía el término Omaha. Posteriormente, entre el 27 de mayo y el 1 de junio, aparecieron Mulberry, Neptune y Overlord.

Utah y Omaha eran el nombre en clave de dos de las playas del desembarco de Normandía; operación clave para el fin de la Segunda Guerra Mundial. Overlord era el nombre dado a toda la operación, programada para el 6 de junio.

La agencia de contra-inteligencia británica contactó con el creador de los crucigramas sospechosos, un director de un colegio del condado de Surrey. Tras investigar el caso, se concluyó que todo se debía a una mera coincidencia...

Abraham Lincoln y John F. Kennedy fueron dos presidentes estadounidenses muy populares que fueron asesinados antes de acabar sus periodos presidenciales. Sus muertes tienen muchos rasgos en común.

Ambos fueron victimados un viernes y en presencia de sus esposas.

Los dos recibieron tiros desde atrás y en la cabeza. Sus sucesores se apellidaban Johnson, eran demócratas del sur y estaban en el Senado.

John Wilkes Booth disparó a Lincoln en un palco teatral y luego corrió hacia un almacén. Lee Harvey Oswald mató a Keneddy desde un almacén y luego corrió hacia un teatro.

Los apellidos de Lincoln y de Keneddy tienen siete letras.

El secretario de Lincoln, cuyo apellido era Kennedy, le aconsejó que no fuera al teatro. El secretario de Kennedy, cuyo apellido era Lincoln, le aconsejó que no fuera a Dallas…

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